En el diario Las Provincias, el día 10 de febrero de 2008, Vicente Lladró publicó un artículo sobre nuestra empresa:
«En los años cincuenta y sesenta del pasado siglo se desarrolló en España el ansiado proceso de mecanización del campo. Las primeras máquinas empezaron a sustituir a las caballerías en las tareas de labrar la tierra y otras labores de cultivo.
En las grandes extensiones se imponía el tractor, pero en el minifundio valenciano de regadío no era la máquina más apropiada, ni los agricultores disponían del dinero suficiente para afrontar tal inversión. La solución más versátil para el momento fue la del motocultor, llamado popularmente ‘mula mecánica’, porque de hecho vino a realizar precisamente el trabajo artesanal y minucioso que hasta entonces sólo era posible con caballos de tiro y, sobre todo, con las dóciles y manejables mulas, conocidas popularmente entre los agricultores como los machos.
Florecieron multitud de talleres mecánicos que se especializaron en fabricar estas mulas mecánicas, primero con primitivos motores de gasolina y curiosos diseños, después también con motores diésel y soluciones mucho más robustas y seguras. Su uso se generalizó en los huertos de naranjos y en los campos de verduras y los fabricantes de la Comunitat Valenciana fueron pioneros, como en tantas cosas, y compusieron durante años la oferta más numerosa y variada, como correspondía a una demanda tan próxima y tan activa.
Fue el tiempo de esplendor para marcas aún recordadas en el campo -todavía siguen en uso muchas de aquellas máquinas-, como Gyrmet, Truss, Terbu, Payber, Brillant, BJR, Macaper, Cavasola, Llach, Moncamp, Persi, Ovac, Peyma…
De todo aquel mundo, que llegó a ser tan floreciente, sólo queda en activo un fabricante valenciano: Impal, acrónimo de Industrias Metálicas Palazón, ahora radicada en el Polígono El Bovalar de Alaquàs, que fue también una de las primeras industrias en dedicarse a fabricar mulas mecánicas. En 2006 cumplió su 50 aniversario y, lamentablemente, Francisco Palazón Lozano, su fundador, no lo llegó a disfrutar; había fallecido dos años antes. Hoy llevan la empresa sus hijos, Francisco y María Antonia, quienes rememoran la trayectoria de la firma familiar y miran al futuro con una clara diversificación de actividades para poder mantenerla a flote (…)»